Poco hacía intuir que tenía divinas tetas esta colorada joven que no solo acepta ir al apartamento, no tiene miedo al anal. Luego de una paseo llegaron al sillón donde los arrumacos van excitando a ambos y ella se va soltando. Manos inquietas hacen que el vestido de hilo caiga de un brazo asomando areolas, momento especial para sacar unas fotos donde ella posa sin nada que le importe. Poco después se adueña del palo de Oliver que devuelve tan cercano oral que lo lleva a entender un poco mas a esta chica que recién conoció, pues allí se da cuenta que su trasero clama por ser considerado. Será luego de disfrutar lo bien que rebota que se ponen de pie y ella sube una rodilla para dejar a la vista el ano. A buen entendedor dice el dicho y sin mas la sumergió por detrás escuchando el suspiro que dice no la saques nunca mas.
